Peter H. Gilmore
Desde el reciente debut de “The Black Flame,” he pasado muchas horas en las ondas radiales de Norteamérica divulgando la palabra a los curiosos radioescuchas acerca del verdadero satanismo, en oposición a los risibles y anticuados retratos esbozados por los crédulos anfitriones de programas de entrevista y los alarmistas fundamentalistas. Lo que más me complació fue descubrir que la semilla de “La Biblia Satánica” ha producido algunos frutos fascinantes y florecientes, esparcidos a lo largo del continente.
Me he encontrado gente muy estúpida, pero también muchos compañeros que han agradecido y acogido nuestra filosofía de auto-interés racional. Como es de esperar, la mayoría de los individuos satánicos que llamaron para conversar lo hicieron durante programas de trasnoche. Sí, nosotros los satanistassomoslos hombres vestidos de negro, los vampiros y los licántropos que merodean en la noche.
Con ironía, he disipado los rumores de que laboratorios satánicos, en las profundidades del Pentágono, están ahora perfeccionando el virus que hará la estupidez dolorosa para el perpetrador. ¡Si sólo sus esfuerzos fueran apurados!
Fui testigo de la evidencia de que existe una gran diversidad entre los de nuestro tipo, lo que es un signo irrefutable de la salud de nuestro creciente movimiento. El satanismo promueve innumerables sendas personales desarrolladas por satanistas completos, quienes se han alzado por encima de la manada de borregos. El satanista se ve a sí mismo diferente, y experimenta un sentimiento de alienación de aquellos que lo rodean. Este es el primer paso hacia la individuación. Uno primero observa a sus vecinos y cuestiona los cimientos mismos de sus valores. La verdadera pregunta satánica es ¿Por qué? ¿Es usted una persona con una identidad que se ha hecho a sí misma, o simplemente absorbió lo que se está pregonando en el mercado cultural? ¿Es usted consciente de sí mismo? ¿Se siente usted orgulloso de no ser absorbido por las abundantes masas? ¿Cómo ve a aquellas personas a quienes encuentra a lo largo de su existencia cotidiana, y que son también, en algún sentido, parias?
El verdadero satanista se relaciona con las personas como individuos, evitando aquellas doctrinas colectivistas, tales como el racismo. Los satanistas no toleran simplemente a los raros y los inadaptados de la sociedad, los buscan para ganar sabiduría de sus camaradas excéntricos. Somos verdaderamente lobos solitarios, aullando nuestras canciones de negra melancolía en la noche. Pero a veces optamos por ir en manada. Incluso podríamos intentar sacudir la complacencia de aquellos que irreflexivamente abrazan la realidad consensual, demostrándoles que hay mucho más en el Infierno y en la Tierra de lo que se podrían haber soñado en sus filosofías.
Y a veces encontramos a aquellos niños salvajes, lobeznos abandonados porque sus naturalezas contrarias son percibidos por otros que los rechazan. Ellos aún tienen que comprender su singularidad, y nosotros recibimos a éstos infantes compañeros de la noche, iluminando con la Llama Negra su camino a lo largo del Sendero de la Mano Izquierda. ¡Qué maravillas tenemos para mostrarle a usted, que no removería su manto de rectitud para envolverse en la túnica del entendimiento Luceferiano! Estas alturas no son para los tímidos. ¿Se atreve usted a mirar dentro del espejo negro, humeante de Tezcatlipoca? ¿Desea unirse a nosotros?
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